sábado, 3 de julio de 2010

querida mamá

Querida mamá:

Hace casi un año que no te veo, desde aquel día en que me despisté y me quedé esperándote debajo de aquel coche. Estuve esperando y esperando a que vinieras a buscarme pero no lo hiciste. De repente, un día un hombre se acercó a mi y me cogió en brazos, Estaba asustada, no entendía lo que estaba pasando pero él trataba de tranquilizarme hablándome en voz bajita. Me llevó a una habitación en la que había otro gato y algunos juguetes. Yo me divertía, aunque por las noches estaba muy oscuro y te echaba nucho de menos; tenía mucho miedo porque no sabía qué hacía allí, por qué no venías a lamerme y a darme cariño.
De repente, un día se abrió la puerta y entraron dos mujeres, una ya la conocía, era la persona que me echaba la comida. La mujer que no conocía acercó su mano y yo intenté jugar con ella, pero de repente se levantó y se fue.
Creí que había hecho algo mal, que se había enfadado porque quería jugar con ella…y me sentí un poco triste. Al día siguiente esa mujer entró por la puerta con una caja grande y una sonrisa aún mayor. La mujer que me daba de comer decía unas cosas que yo no entendía mientras me metía en la caja. Volví a tener miedo porque no sabía a dónde iba, por un momento pensé que me llevarían contigo pero no fue así.

Al poco tiempo de salir de aquella habitación, mi nueva mamá me cogió en brazos y me presentó a un niño, parecía muy contento al verme porque sonreía mucho….yo quería jugar con él pero aún estaba un poco asustada así que me metí debajo de una cama y no salí hasta que nadie me llamaba. Entonces, ella me cogió de nuevo en brazos y me enseñó dónde estaban todas mis cosas: mi comida, mi agua, mi arenero…Noté que estaba segura así que rápidamente me puse a hacer lo que más me gusta: saltar por el sofá y jugar. Me pusieron de nombre Kira, pero creo que tengo dos nombres porque mi mamá humana a veces me llama Princesa.

En esta casa me cuidan mucho, a veces demasiado…mi mamá no deja que nadie abra las ventanas si estoy yo cerca y cuando llega a casa siempre me llama para saber dónde estoy y, si no me encuentra me busca por todos los lados…A veces se me queda mirando y los ojos se le llenan de agua mientras se pregunta qué habría sido de mi si aquella tarde nadie me hubiera recogido de la calle.
Antes jugábamos mucho por el pasillo, ella se escondía y me llamaba y cuando yo me acercaba me daba sustos; también se echaba en la cama y jugábamos con una bola de papel.
Ahora tengo una nueva amiga con la que juego, aunque no habla como yo, ella dice guau, guau. Es muy buena y a mi me gusta mucho cuidarla y lamerla para que ella sepa que la quiero mucho….aunque a veces se tira encima de mi y me muerde la oreja y me hace daño, pero yo sé que lo hace sin darse cuenta.

Me gustaría saber que tú estás también en una casa y que te tratan como una reina, como a mi.

Te quiero mucho, mamá, ojalá algún día podamos vernos.

Un miau muy grande. Kira

jueves, 1 de julio de 2010

el vaso

es curioso como de repente, sin esperarlo, las cosas pueden cambiar. Cómo los detalles más simples, a los que casi ni prestamos atención en el día a día pasan desapercibidos y no les damos importancia mientras ponemos en pedestales cosas tan prescindibles que ni siquiera nos daríamos cuenta si nos faltasen o de repente un día dejan de tener la importancia que creíamos que se merecían.
Ayer por la noche me invitaron a cenar, bueno, no era una invitación exactamente, si no una sugerencia. Entre las pocas ganas que tenía de cocinar (aún teniendo el mandil ya puesto) y mis ánimos, acepté.
No me imaginaba que un gesto tan normal como el de sentarse a la mesa y charlar un rato con amigos podría convertirse, con un simple detalle, en algo tan revelador.
Un amigo al que aprecio mucho y por desgracia veo poco me regaló su vaso de postre. Lo limpió con una servilleta y hasta maquinó un miniplan para que el vaso llegara a mi bolso sin que el camarero se diera cuenta. A mi me dan un poco de vergüenza esto de llevarme las cosas de los sitios sin pedir permiso pero es que en esta ocasión sería capaz de salir corriendo escaleras abajo con tal de llevarme este vaso a mi casa.
Un vaso es una cosa que no tiene valor aparente, se rompen miles de vasos y se sustituyen por otros, no pasa nada...pero este vaso de repente se convirtió en una revelación en sí mismo, en algo que me hizo pensar durante unos momentos en una etapa de mi vida pasada y de la vida que me queda por consumir. Lo leí en voz alta y me quedé callada, sólo pude decir : "cuánta razón tiene".
Vale, puede ser que esto sea a ojos ajenos una especie de locura transitoria que esté dentro de mi cabeza y que sólo yo entiendo pero...vaya, ya si yo la entiendo creo que es suficiente, sobre todo en estos momentos.

La frase en cuestión es de Paulo Coelho y dice " Nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te lleven a él".

Sería tan largo de explicar el significado que tiene para mí esta frase que me pasaría horas y horas intentando revelar los entresijos de cada palabra así que me detengo aquí porque, después de esto todo cuánto pueda escribir sobraría y no quedaría bonito.

Un besito grande (aunque estas palabras sean antitéticas, creo que podrían ir juntas aunque sea por una vez) :)