No suelo pedir consejo porque no quiero que nadie sea responsable de mis errores ni que nadie los cometa a través de mi persona. Normalmente me siento o me quedo de pie mientras la cabeza no para de darle vueltas a la cabeza sobre qué hacer en determinados momentos. Sin embargo, hay momentos en los que no hay tiempo para pensar, momentos en los que prima la acción-reacción, y entonces, una vez actuado, me pregunto si habré hecho lo correcto.
Creo que las locuras están para hacerlas o para arrepentirte de no haberlas hecho, en el primer caso, si te sale mal, siempre tienes el consuelo del aprendizaje y si te sale bien puede que incluso cambien el camino de tu vida. En el segundo caso, siempre, siempre y siempre estarás pensando qué habría pasado si...y este pensamiento te acompañará el resto de tu vida aún incluso cuando creas que ya no tienes edad para andar pensando en ciertas cosas. Pero no siempre las locuras y los deseos pueden llevarse a cabo, por eso hay que escogerlas cuidadosamente desechando las que nos hagan sentir mal por no poder siquiera intentar que se produzcan; es decir, yo puedo soñar con que me toque la lotería para comprarme un barco pero es algo tan improbable que pase que no debo gastar si quiera un ápice de mi imaginación en esperar que eso se produzca. Las locuras, los sueños, los deseos, deben ser personales e intransferibles, y sólo nosotros debemos poner los medios adecuados para poder hacerlas realidad sin depender de otras u otros ya que, dicho sea de paso, no siempre los demás están dispuestos a ser nuestro cómplices aunque en un primer momento creamos que sí.
Por lo tanto, como dicen en Galicia, "locuras, habelas, hailas" aunque siempre hemos de tener en cuenta lo que sabiamente dice esta canción "precaución, amigo soñador, la senda es peligrosa"
Buenas noches.
sábado, 24 de abril de 2010
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